Cuando untamos cremas en el cuerpo, al cabo de un tiempo desaparecen a simple vista. Lo que sucede es que se absorben a través de la piel y sus componentes pasan a la sangre. Prueba de ello es una publicación acerca de las cremas solares que alcanzó los titulares:

‘Un estudio encuentra que los protectores solares filtran hasta 360 veces más sustancias químicas tóxicas a la sangre de lo que permite la FDA, lo que aumenta los riesgos de insuficiencia hepática y renal’ — Dailymail.

Este estudio, publicado en el JAMA en 2020, nos hizo constatar la importancia de las cosas que ponemos en contacto con nuestro cuerpo, pues mostraba que estos tóxicos permanecían por encima del umbral permitido de 1 a 3 semanas después de la aplicación de la crema solar. ¿Por qué debe haber algún umbral y por qué debe ser la FDA quien lo establezca? No; para nosotros, el umbral de sustancias tóxicas en la sangre debe ser ZERO.

Aunque no es nuestro objetivo hablar aquí sobre cremas solares, lo cierto es que esto es extensible a cualquier producto que apliquemos sobre nuestro cuerpo. Después de circular por la sangre, estos químicos acaban en los órganos. Especialmente en el hígado y en los riñones (encargados de detoxificar, filtrar y eliminar estos componentes del cuerpo).

El estudio es de 2020 pero, ¿cuánto tiempo llevamos untando cremas con ingredientes tóxicos? Todos hemos contemplado esta estampa veraniega: una persona persiguiendo a su retoño por la playa para entafarrarlo de una crema solar cuyos ingredientes jamás se paró a comprobar y, en caso de hacerlo, a duras penas ha podido pronunciar. No solo desconoce el flagrante error de bloquear una parte del espectro solar, sino que ignora el efecto que tendrán dichos ingredientes sobre la salud durante las siguientes semanas.

No deberíamos untar en nuestro cuerpo nada que no se pueda comer. La grasa para la piel La Santa tan sólo consta de tres ingredientes que, no sólo son comestibles, sino que también son saludables:

1. Tuétano y grasa de huesos procedentes de animales de pasto.
2. Aceite de moringa prensado en frío 100% puro y ecológico.
3. Aceite esencial de geranio ecológico como ingrediente opcional.

Tres ingredientes que todo el mundo sabe lo que son y que no tienen nada de impronunciables. Son excelentes nutrientes que serán finalmente absorbidos a nuestro torrente sanguíneo.

Y, muy importante, se trata de la misma empresa familiar que fabrica el caldo de huesos que consumimos (SantaPaciencia); totalmente artesanal.

El tuétano es la médula ósea presente en el interior de los huesos de los animales. Los huesos son un órgano que muchos minusvaloran creyendo que tan solo nos mantienen de pie cumpliendo una función exclusivamente estructural. No es así. En los huesos se fabrican la mayoría de las células de la sangre, incluyendo glóbulos rojos y glóbulos blancos. Presentan un elevado contenido en grasas (incluyendo ácido linoleico conjugado), colágeno y otras proteínas. El tuétano es rico en vitaminas liposolubles A, D, E y K, pero también contiene B2 (riboflavina) y una cantidad nada despreciable de varios minerales. En definitiva, los componentes presentes en el tuétano de La Santa son exactamente los mismos que aportamos en nuestra dieta.

Dice la literatura que sus lípidos son una fuente concentrada de energía, vitaminas liposolubles, ácidos grasos esenciales, portadores de sabores y de muchos compuestos bioactivos con un papel importante en el mantenimiento de las funciones fisiológicas del cuerpo biológico. El aceite de moringa es adecuado tanto para aplicaciones comestibles como no comestibles.

La ciencia publicada también nos dice que es extremadamente resistente a la auto-oxidación. Con lo cual, La Santa no se va a volver rancia con el paso del tiempo.

El aceite de moringa es muy utilizado en la medicina tradicional. Entre las propiedades destacadas en la literatura encontramos las siguientes:

• Cuando se ingiere, aumenta el HDL y disminuye los triglicéridos. Es grasa para la piel, pero sabemos que sus componentes terminan en nuestro sistema.
• Es efectivo como tratamiento para las enfermedades de la piel y para la inflamación aguda debido a sus componentes antioxidantes.

Como dijimos, es ofrecido como ingrediente opcional en la grasa para la piel La Santa, presentando efectos interesantes demostrados por la literatura científica. No sólo ejerce propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, si no que posée un componente (citronellol) que se ha estudiado como tratamiento efectivo para tratar diversos tipos de alergias.

Hace tiempo que dejamos de utilizar champús, cremas, desodorantes, pasta de dientes con ingredientes desconocidos o colonias… Acorde a la tradición de algunos pueblos antiguos, después del baño con agua caliente y fría, es cuando untamos aceites esenciales y La Santa por el cuerpo, la cara, e incluso el pelo, de igual modo que se utiliza, por ejemplo, el aceite de coco.

Ciertamente, ha terminado por convertirse en un ritual para nosotros; un momento de meditación; un hábito saludable más, pues, como dijimos, no solo hidrata la piel, sino que sus nutrientes terminan por pasar al torrente sanguíneo.